La vuelta de Mariano Rubio

“Nuestra prensa, como así cartas de amigos y compañeros, me decían de un nuevo resurgir de actividades que predecían grandes conquistas para los eternos espoliados; esto hacía entrever el próximo triunfo de la justicia del pueblo, sobre la injusticia de los tiranos”, escribió Mariano Rubio, en los primeros meses de 1932, quizá explicando su decisión.1 “Es imposible traducir el estado de ánimo, las palpitaciones que hacían latir mi corazón con vehementes deseos de lucha, cuando en medio del mayor silencio salté del bote a tierra: La tierra de la cual había sido arrojado brutalmente, por el enorme delito de querer un mundo de justicia y amor para toda la humanidad, y a la cual volvía furtivamente con más ansias de lucha y lleno de nuevos bríos.”

Sumergido en luchas fratricidas, el movimiento anarquista no había tenido los reflejos ni la fuerza para intentar frenar el golpe de Estado de 1930. Pero apenas consumado el cuartelazo que llevó al gobierno al teniente general José F. Uriburu, En enero de 1931 la propaganda contra la dictadura comenzó a circular en Río Negro, en respuesta, el Gobierno Provisional dispuso allanamientos y arrestos de militantes anarquistas en diferentes localidades del territorio. En realidad la represión anti anarquista fue ordenada en simultáneo en todo el país.

En Río Negro fueron arrestadas diecinueve personas, que fueron puestas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y trasladadas a la cárcel de Caseros, en la ciudad de Buenos Aires. Mariano Rubio, activo animador de la sociedad de resistencia de Oficios Varios de Gral. Roca fue uno de los detenidos. Según la prensa local, sindicado como anarquista peligroso.

Su estadía en aquella cárcel no fue prolongada, la dictadura dispuso su expulsión del país, lo consideraba un extranjero indeseable y le aplicó la ley de Residencia, la ley 4144. El 1° de mayo el periódico La Protesta informó que el 22 de abril un grupo de obreros deportados había desembarcado en el puerto de Montevideo y recuperado la libertad. Rubio era uno de ellos. En Uruguay fue asistido por sus camaradas, y tiempo después lo ayudaron a regresar clandestinamente a Argentina.

Me detuve un momento sobre la orilla del río sobre cuya superficie se alejaba la pequeña embarcación, que pronto desapareció envuelta en las sombras de la noche. Un año, obligado casi, a vivir en aquella tierra tan cerca y que la maldad de los hombres hacía tan distante, creando esa barrera que se llama frontera y que tanto mal ha causado y causa a la humanidad.

[…] ¿Qué importa el sufrimiento pasado, si ahora tengo más experiencia; si conceptos que antes creía buenos, hoy los creo superiores? Siempre tuve fe en la solidaridad, mas ahora que he visto lo [que] ella significa, pienso que si la humanidad tuviese noción exacta de su valor real, la practicaría, y desaparecería el egoísmo individualista, uno de los fuertes puntales del sistema capitalista.2

Rubio contó la experiencia de su vuelta en las páginas del periódico anarquista La Tierra, de la ciudad uruguaya de Salto. El texto estaba fechado en Florencio Varela, no regresó a Alto Valle del río Negro, se estableció en los suburbios de Buenos Aires, suburbios que por entonces tenían mucho de pampa y poco de urbe.

El 27 de noviembre de 1921 Mariano Rubio había sido detenido en Allen, Río Negro, por desacato y resistencia a la autoridad.3 En ese momento tenía 29 años, hacía diez años que vivía en el país, era soltero, no tenía domicilio fijo ni antecedentes penales. Una semana más tarde fue trasladado a la cárcel de Viedma junto a otros camaradas a los que les imputaban los mismos cargos. Cuando salió de aquella cárcel tampoco regresó al Alto Valle. Pasó un tiempo en Bahía Blanca, donde se incorporó al Comité Pro Presos de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), para asistir a sus compañeros en desgraciada.4 Luego de unos años en el sur bonaerense, volvió a Gral Roca, a la sociedad de resistencia de Oficios Varios. Por entonces ya se había disuelto el cuadro filodramático Floreal, al que se sumó con la intención de ampliar los medios para propagar el ideal emancipador.

En junio de 1932 el periódico La Tierra publicó otra nota de Rubio, también fechada en Florencio Varela. Allí describía el escenario político argentino y el rumbo a seguir por el movimiento, según su punto de vista.

La lucha entre las fracciones políticas por la conquista del poder, es un hecho como lo era antes del 6 de Setiembre; los que han sido desalojados del queso presupuestívoro, pugnan por afianzarse otra vez, sin importarles otra cosa que no sean sus bastardas ambiciones de amos; la víctima como siempre es el trabajador, el que sólo posee deberes, derecho ninguno.

Nuestro puesto en la lucha, es bien definido; como anarquistas, «ni con unos ni con otros»; no es posible creer en promesas haciéndose la ilusión de que sean capaces de sostenerlas, aquellos cuyos fines son el reverso de los nuestros: Ellos son la tiranía, nosotros la libertad. Y hemos de triunfar con nuestros propios medios. Parecerá obvio repetir lo que continuamente se está diciendo, pero es necesario que todos los compañeros lo tengan en cuenta para bien de las ideas.

Vivimos un período de crisis económica por demás espantosa; la reacción por parte de patrones y gobernantes va adquiriendo contornos alarmantes, siendo inminente una nueva dictadura.

Los momentos no son como para teorizar; talvez (sic) muy pronto sea de imperiosa necesidad nuestra acción desesperada, para defendernos de las ordas (sic) bárbaras que amenazan terminar con las pocas libertades que en algunas partes existen.

Hay que impedir que se nos acorrale y sea tarde para nuestra defensa.

Tenemos motivos para ser optimistas en el triunfo de nuestras reivindicaciones.

18 meses de dictadura sembrando el llanto, la desesperación y la muerte, destruyendo hogares, ha sido impotente para ahogar las justas ansias de libertad que anima a los inadaptados: a los que tienen fé en un porvenir de paz y de armonía.

Allí donde antes no había arraigado nuestra siembra, hoy germina con lozana pujanza, pronta a dar frutos. El pulpo capitalista ve el despertar del paria, y se apresta a impedir su acción emancipadora, soltando el malón policial; en varios puntos de la república están cayendo compañeros víctimas de su salvaje acción.

No es posible alegar entonces que no es tiempo de salir a la calle, dispuestos a vivir nuestra vida, o morir por ella, ante el temor de que los sindicatos en tren de reorganización fenezcan.

El momento impele a la acción.

Obra de cultura; de capacitación; sí bueno; pero en tiempos que den lugar a ello.

El momento es de aunar esfuerzos, y accionar.5

No solo era un llamado a la acción, era también un mensaje a quienes desde el movimiento anarquista conspiraban junto a sectores del radicalismo yrigoyenista para derrocar al general Justo, que en febrero de 1932 había sucedido a Uriburu. Y el remate parece dirigido a quienes promovían la inserción en ámbitos ‘no tradicionales’, como las bibliotecas populares, desde donde promover actividades de superficie.6

El pueblo, contrario a lo que afirman muchos, de su desinterés por la libertad, la ama, la presiente; prueba irrefutable, es que en su ánsia (sic) de liberación, ha seguido a cualquier oportunista que le ha hablado de sus miserias, en nombre de su reivindicación. Y es que el pueblo, sin tener una noción exacta de lo que él valdría, como fuerza organizada, comete muchos errores por su ignorancia; pero a veces, realiza actos de justicia con sensatéz (sic) asombrosa.

En los anarquistas está el saber encauzar esas fuerzas hacia la revolución social, imprimiéndole un carácter libre de todo contacto político.

La organización de los trabajadores en sistema federativo es el medio de desenvolverse libremente, consiguiendo el fin de deseado.7

Quizá con esas palabras, publicadas en La Tierra en enero de 1932, Mariano Rubio empezó a despedirse de Uruguay para retornar a la Argentina y volver a las filas de la FORA. En marzo de 1934 fue detenido en San Justo, en el oeste del Gran Buenos Aires, en una redada policial contra trabajadores ladrilleros organizados en esa federación obrera. El 5 de mayo de ese año fue deportado a España.

No hubo segunda vuelta.

Notas

1 Mariano Rubio, “En viaje de regreso”, en La Tierra, 8 de mayo de 1932, p 3.

2 Idem.

3 Ver Allen 1921: Cueste lo que cueste

4 En marzo de 1924 en una nota publicada en La Protesta (25.03.1924) se informa que está a cargo de la secretaría del Comité Pro Presos de la FORA en Bahía Blanca, y meses más tarde, en el mismo diario se lo menciona como tesorero de esa entidad (LP 05.12.1924, 03.01.1925 y 28.03.1925).

5 Mariano Rubio, “Ante el momento”, en La Tierra, 11 de junio de 1932, pp 2 y 3.

6 Ver La militancia anarquista en Río Negro durante la década infame y Reorganizarse y resistir.

7 Mariano Rubio, “Para la buena voluntad de todos. Los momentos son propicios”, en La Tierra, 11 de enero de 1932, pp 2 y 3.

Publicado por Hernán Scandizzo

Soy periodista. Alguien me llamó buscador de historias, me gusta más esa definición.

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